
Y el rechazo tiene un grave problema: nos hace más agresivos, menos inteligentes, menos empáticos y con menos capacidad de autocontrol. Quien llegó a esta conclusión fue el psicólogo Roy Baumeister, uno de los pioneros en el estudio del efecto del rechazo en las personas, citado en el artículo de Brooks. Sus observaciones se realizaron a partir de experimentos de laboratorio con voluntarios, en los que las personas fueron sometidas a diversos tipos de rechazo y se monitoreó su comportamiento. La primera reacción de una persona rechazada es una especie de entumecimiento emocional, como si el cuerpo bloqueara las sensaciones por unos instantes para evitar el dolor. Pero este entumecimiento también acaba haciendo que las personas sean menos empáticas y más agresivas. Brasil conversó con Baumeister sobre su trabajo para comprender los efectos del rechazo no solo en las personas, sino también en la sociedad en su conjunto.